El fin de la tutela e implementación de los derechos fundamentales y de una defensa de la cultura de la que son expresión, por supuesto, es banal decirlo, son necesarias tanto una intervención jurídica para definir los términos y las condiciones de sus garantías, cuanto una intervención política y administrativa para lograr implementar las diferentes prácticas que puedan realizarlas. Incluso, si bien necesarias, una y otra no son suficientes.

La tutela y la implementación de los derechos, y asimismo la defensa de la cultura de la que son expresión, necesitan también de la contribución de todas las personas en todas las ocupaciones cotidianas.

Por supuesto, el respeto para la dignidad de cualquier persona –no importa si es ciudadano, extranjero o migrante; hombre o mujer; homosexual o heterosexual; discapacitado o sin discapacidad– depende también de cada uno de nosotros.

De aquí, más allá de aquellas aportaciones del derecho y de la administración pública, la gran e irremplazable importancia tanto de la escuela como de la familia.

De aquí, entonces, la gran relevancia que cada madre tienes en el aclarar y también mostrar a sus hijos qué significa respetar la dignidad de cualquier persona y tomar en serio a los derechos.